Ecoblog

Información y Opinión para la Era Ambiental

jueves, enero 19, 2006

La Estamos Matando Entre Todos

A la huerta. Desde hace tiempo. En los nuevos planes de ordenación municipales, en Murcia, la huerta es declarada hurbanizable. Los suelos más ricos. Como dice Egea, genes para el futuro. Genes del pasado.
El decano de la Facultad de Biología expone la lenta agonía de la huerta, aplicable en Murcia y en otras ciudades que también están viendo cómo desaparace este típico paisaje.
Es cierto. La hemos matado entre todos.

"La estamos matando entre todos (En respuesta a José M. Riquelme)

El secretario general de la Federación Regional de Empresarios de la Construcción contesta en La Verdad, el pasado viernes día 13 a un artículo que publiqué el día anterior. Hasta aquí nada que objetar. Sin embargo, su alegato me resulta incomprensible. Trata mi artículo como reflexión de carácter costumbrista. Alude a convertir la huerta en un lugar menos bucólico. Justifica las actuaciones urbanísticas dentro de la legalidad. Y yo me pregunto, ¿quién habla de costumbrismo, lugar bucólico e ilegalidad?. Yo seguro que no. Sólo el Sr. Riquelme utiliza estas palabras, para justificar no se qué. Además, menciona cierta confabulación generalizada que culpabiliza al ladrillo y al cemento como únicos culpables de la destrucción de la Huerta. No comprendo como ha llegado a tal conclusión. Demanda que los abanderados del desarrollo sostenible le respondamos, y no se si se refiere a mí, que no me considero portador de ninguna bandera, o a la Administración Regional que aprobó la estrategia regional para la conservación y uso sostenible de la diversidad, o el plan de desarrollo sostenible y de ordenación de la comarca del noroeste. En cualquier caso, creo que debo aclarar algunos puntos.

Efectivamente, señor Riquelme, la culpa de la destrucción de la huerta de Murcia (por si no tiene la conciencia tranquila) y de otros muchos espacios naturales, no la tiene usted ni los empresarios de la construcción. Ustedes lo único que han hecho ha sido poner la lápida de asfalto y cemento donde les han permitido (¿y todo de forma legal!). Antes de que ustedes llegaran con el féretro ya nos la habíamos cargado entre todos. Hace varias décadas que empezamos a convertir la huerta en una cloaca insalubre, en un lugar donde el huertano no podía adaptarse a la nueva agricultura industrializada. Una huerta que el huertano llegó a odiar y que tuvo que abandonar para poder sobrevivir. Un huertano que décadas después ha encontrado una alta rentabilidad en su huerta, arruinada y fragmentada, fuera de la producción agrícola. Un huertano que quiere vender para huir, sus hijos y él, de una huerta insana, desnuda y muerta.

A la huerta no la han matado ustedes, la estamos matando entre todos. Los científicos que hemos mirado hacia otro lado, los técnicos y urbanistas, por no aportar una solución más conservacionista. Los políticos por apoyar un modelo de desarrollo insostenible en el tiempo. Los ciudadanos que no hemos sabido presionar lo suficiente y nos conformamos con ver la huerta a través del bando y las barracas. Todos somos responsables. Ustedes sólo han ejecutado lo que los demás hemos permitido.

Y, ¿porqué debemos conservar la huerta? El señor Riquelme habla de bucolismo y melancolía. El patrimonio histórico artístico no tiene nada de eso. Tampoco lo tiene el patrimonio natural y paisajístico. Y mucho menos el aire que respiramos, al agua que bebemos y los recursos genéticos que erosionamos. Vida y genes que se pierden con la huerta tradicional. Genes del pasado que pueden solucionar el futuro. Genes para el cambio climático, genes para los problemas hídricos, genes para la gastronomía. Genes para el futuro. Recursos que se pierden con nuestro pasado, con nuestra identidad. Esto, muy señor mío, tiene poco de bucólico.

Me pide soluciones. Ojalá las tuviera, y también el poder de aplicarlas. Pero no me corresponde a mí darlas, ni tengo el poder de aplicarlas. Como científico puedo señalar los problemas, puedo analizar soluciones aplicadas con éxito en otras ciudades y regiones. Las soluciones las dan los técnicos. A los políticos les toca decidir aplicarlas o no. Los ciudadanos tenemos la palabra y el voto.

En cualquier caso, se me ocurren algunas soluciones viables. Que parte de los beneficios obtenidos ya por la venta de la huerta repercuta en su conservación. Que la administración adquiera, a precios razonables para los propietarios, las huertas de mayor interés agroecológico y las utilice como huertos de ocio o para lo que se estime más oportuno. Seguro que hay muchas más soluciones. En estos momentos estoy empezando el estudio. Y espero terminarlo. A otros que se han atrevido a hablar antes que yo les han cortado las alas.

De momento, doy por zanjada esta cuestión. Podríamos empezar un cruce de acusaciones, de reprobaciones entre «abanderados del desarrollo sostenible» y «abanderados del ladrillo» (espero que se me entienda la ironía). No es mi estilo, no conduce a nada. Sólo a la destrucción de lo que queremos conservar. Pongamos cada uno de nuestra parte, nuestros conocimientos, nuestro trabajo, si queremos preservar lo poco que nos queda, de huerta y de otras muchas áreas que podríamos ordenar de forma más racional. Esta es la única fórmula que tenemos para alcanzar el verdadero desarrollo económico perdurable que nuestra región se merece. Como científico seguiré investigando. Como ciudadano me queda la palabra y mi voto.



P. D. Aquellos que se sientan aludidos por mis comentarios mi correo electrónico es jmegea@um.es. En modo alguno quiero lanzar la piedra y esconder la mano.

José María Egea Fernández es decano de la Facultad de Biología y presidente de la Red de Agroecología y Ecodesarrollo de la Región de Murcia."