Cemento, sol, chusma y Reverte

Me gusta Pérez Reverte. No tanto las novelas, que me da la impresión de que le sobran la mitad de las páginas, sino los artículos. Una de las mejores cosas de los domingos por la mañana es leer su columna en El Semanal. Empezar ese normalmente soporífero día con una sonrisa cómplice y el colmillo retorcido.
Buen conocedor de nuestras costas, las de Murcia, Almería...y también de la calaña de los políticos en general, esta semana le hinca el diente al tema del desarrollo del litoral y al turismo de playa. Cemento, sol y chusma. Y yo le añado: y motos, a porrillo, a todas horas y a cual más escandalosamente molesta. Se me escapan todo tipo de maldiciones cuando las oigo pasar, a cialquier hora del día o de la noche, portando a individuos que en mi humilde opinión deberían tener conectado el tubo de escape a la laringe y redoblo mis insultos cuando en uno de mis paseos por las calas cercanas a mi casa me veo envuelta en una nube de polvo y ruido gracias a la cortesía de varios quads que arrasan con todo. Son una plaga. Como el ruido. ¿Por qué será que aparentemente nos molesta tan poco el exceso de decibelios? ¿Por qué somos tan permisivos en esa intromisión en nuestra privacidad?

Bueno, os dejo con el artículo de Reverte, espernado que podamos conseguir quedarnos librarnos en lo posible de la chusma y del cemento.

Para eso nos hemos cargado la ecología, el paisaje, la salubridad y la vergüenza

Vaya por Dios. Los hoteles, los ayuntamientos, las consejerías correspondientes y los ministerios se preocupan porque el turismo popular de playa anda flojo. Como hay sobreoferta de plazas y la cosa está chunga, acaban de aprobar una aportación pública de muchos millones de mortadelos para darle cuartel al asunto mientras se buscan nuevos mercados en China y en India; que por lo visto son los únicos turistas que aún no han honrado nuestro litoral. Resumiendo: languidece el chollo. Pese a nuestros denodados esfuerzos, los españoles no logramos mantener el liderazgo del turismo chusma. Y es que la chusma es muy veleta, se cansa enseguida, busca sitios más baratos todavía, y es relevada por la infrachusma que, como el sabio, pasa recogiendo las hierbas que la otra arrojó. Pero al final, ni con eso. Ahora resulta que nuestra parafernalia turística se va poquito a poco a tomar por saco, pues quienes llegan a España de vacaciones tienen menos viruta que hace ocho o diez años. Que ya es poco tener. Los únicos turistas forrados que siguen viniendo en masa, por lo visto, son los de las mafias rusas, albanokosovares y de por ahí. Pero ni siquiera en el este de Europa hay gánsters suficientes para ocupar tanto piso playero y chalet adosado.

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